lunes, 26 de septiembre de 2011

Los Cinco se lo pasan churruki en Pérgamo y Esmirna.



La playa de la Alpargata de Cristo, con luz.


Salimos de Assos a una hora tan temprana que ni en la recepción había vida. Somos personas adultas y sabemos madrugar aunque nos cante el lucano por la noche.
Dos paradas de la policía turca y momento de pánico cuando han hecho salir del coche a Fernando y ha confundido un apretón de manos del poli con un "espera que te pongo las esposas por lo de Lepanto ". No ha habido multas.

Hemos llegado a Pérgamo sobre el medio día. Y nos han dado una alegría los turcos: han colocado un telecabina para subir a la acrópolis; la rodilla y la megaampolla de Ana lo han agradecido especialmente. La ciática de Pilar también. Fernando no ha dejado de alabar el buen gusto de los otomanos al respecto. Raúl ha pensado de igual manera y yo he aplaudido con entusiasmo. Las caras de la foto cuando hemos subido no dejan lugar a dudas.



Las ruinas de la acrópolis de Pérgamo (Bérgama le llaman ahora sus nuevos propietarios) es una de las maravillas de Turquía. Dicen que fué fundada por los griegos eolios 800 años antes de Cristo; aquí tenían templos dedicados Trajano, Atenea, Dionisio y Zeus. De este último solo quedan en el sitio original unas cuantas gradas del altar. El resto está en Berlín en un museo sólo para él.
Hemos hecho una pequeña representación Raúl y yo en la escena del gran teatro y los chicos nos oían perfectamente en la grada de más arriba. Ha habido ovación del público.

Algo dice de Trajano, de los germanos y del mar.


Este es el templo dedicado al emperador Trajano.


Los turcos no gestionan bien los sitios arqueológicos (debe ser porque los originales no los construyeron ellos). Cobran una pasta por entrar en ellos, al menos en los más famosos, y no revierten el dinero en su conservación ni en hacerlos fáciles de interpretar por los visitantes. Aparte del remonte para subir a la altísima colina, poco más hay que aplaudir.

De derecha a izquierda: la emperatriz Zoe, Baco y la Sibila de Alicarnaso.


El teatro de Pérgamo, 80 hileras de asientos para 10000 personas.


Y despues de disfrutar del sitio, seguimos ruta hasta nuestro nuevo destino: Esmirna, cuya traducción es "mirra". Yo no le visto en ella nada que me haya gustado; sus habitantes no la conservan limpia, tienen el buen gusto para embellecer la ciudad en el culo (esas palmeras del paseo marítimo iluminadas de verde eran LO MASSSSSSSSSS), la zona del bazar parecía la tienda de los horrores o un mercadillo de la ciudad de los Mejillones con Salmonelosis (venden mejillones hasta en las mezquitas). Menos mal que hemos encontrado un sitio estupendo para degustar unas cervezas; se trata de un ascensor de 1901 que comunica la parte baja de la ciudad con otra parte más alta que es loque suelen hacer los ascensores. Arriba hay una cafetería que nos ha teletransportado a Europa desde Cutreland.


El ascensor, y arriba del todo la terraza King Size Birras-


La ciudad desde la cafetería

Y finalmente nos hemos ido a cenar, unos döner Kebab y cosas por el estilo en el paseo marítimo donde nos han intentado tocar el violin, vendernos flores, caracolas, bolígrafos, donde han pasado calesas con flecos horrorosos tiradas por caballos con hambre, y de la cual Raul y yo hemos vuelto andando y a los tres restantes el taxista les ha hecho la gujada Pichirichi (te dejo donde quiero y te vas andando)
Mañana vamos a Éfeso, la joya de la corona de los restos arqueológicos de este país. Yo lo vi hace muchos años, cuando en Éfeso aún vivía la gente. Espero que el buen recuerdo que mantengo se corresponda con la realidad actual.
Buenas noches desde Esmirna.

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