miércoles, 21 de septiembre de 2011

Los Cinco se divierten




La mezquita Azul desde Santa Sofía


Qué decir de Estambul. La vista del Cuerno de Oro desde la torre Gálata te despierta una sensación entre estar viendo un paquete de Camel, vivir una aventura con Ágata Christie en el Oriente Express o echarse a llorar de la emoción. Además ha coincidido con el canto de los muecines desde los alminares de todas las mezquitas de la ciudad al caer la tarde, la primera del otoño lluvioso de esta tierra entre Europa y Asia. Una experiencia emocionante.
Y qué decir de Santa Sofía; los pelos como escarpias desde que entras hasta que sales. Bizancio te corre por las venas, como una descarga de adrenalina.




Los mosaicos que han llegado milagrosamente hasta hoy, la iglesia entera es un prodigio de la ingeniería que se mantiene en pie hace 1500 años. Afortunadamente, los turcos no se cargaron media basílica para hacer una mezquita enmedio. En eso les llevan ventaja a los católicos patrios, que se cargaron sin dudar media mezquita de Córdoba,joya entre las joyas, para edificar una de tantas catedrales con las que está trufada nuestra España. Ahora (desde los tiempos de Ataturk) es un museo, uno de los mas esplendorosos que haya visto.


En lo alto de la torre Gálata

También hemos bajado a las Cisternas de la Basísila, enorme depósito de agua de la época de mayor apogeo del Imperio de Romano de Oriente; son del siglo VI si no me equivoco, y realmente parece que viajas a los ultramundos de Lovecraft. Sobrecogedora las cabezas de Medusa que reutilizaron como basas de dos de las columnas. Y, como siempre que hay turistas y hay agua, también hay monedas por donde quiera que mires.
Para rematar el día, nos hemos dado una vuelta por el otro lado del Cuerno de Oro. Los estambulinos (o como se diga) tienen dos tranvías: uno moderno como el que más que te acerca desde Sultanahmet, cruzando el puente Gálata, hasta Beyoglu, y otro del año II a.d.C. que te recorre el kilómetro escaso de la bulliciosa (se dice eso cuando una cosa está petada) calle Istiklal hasta la abarrotada plaza de Taksim. Un encanto de tranvía, restaurado que es un primor, que te retrotrae a los tiempos de María Castaña. El viaje, entre ordas de gente de compras o paseando, no deja de tener sus momentos de tensión ante el peligro de atropellos, pero a los lugareños no parce afectarles lo más mínimo y no se alteran demasiado ante su paso tranquilo.

Este es el precioso tranvía, parado en Karaköi.


Mañana creo que vamos a entrar en Tockapi, el viejo palacio de los sultanes otomanos. Me voy a dormir mientras afuera sigue lloviendo mansamente.

5 comentarios:

  1. SOY MARIANITO, HACIENDO PRUEBAS PORQUE NO SE PUBLICAR MIS COMENTARIOS, A VER

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  2. SOY MARIANITO, MIRA COMO VENGA UN AVION POR DETRAS . ESA FOTO QUE ESTAIS EN ESE MIRADOR TAN ALTO, POR DIOS QUE PELIGRO

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  3. Turquia que recuerdos, espero que lo paseis muy bien, un besazo a tod@s,

    El maño exiliado

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