sábado, 18 de mayo de 2013

FATMA KARAHAN

Fatma murío de cáncer el pasado mes de enero. Tenía 82 años y vivía en Trebzon, Turquía.
Era la propietaria de una parcela situada en el monte Pilav, donde hace diez años se estrelló el Yak-42 causando la muerte de 75 personas, 12 tripulantes ucranianos, un bieloruso y 62 soldados españoles que regresaban de una misión de paz en Afganistan.
Fatma decidió dejar de cultivar su terreno desde el día del accidente. Vivía a unos cinco kilómetros del lugar, pero desde su habitación podía verse el monte y, antes de morir, pidió que le permitiesen ver el monte Pilav por última vez.
Ella entendía que la sangre de los muertos estaba en la tierra. Antes de morir le dijo a su marido Abdülkadir: "lloro por ellos en este suelo. El avión que transportaba a los ángeles cayó en mi corazón. No voy a vender algo de mi propiedad  que, desde hace diez años, no me deja olvidar que su sangre recorre esa tierra; esa fue su tumba. Mi único deseo es que cualquiera pueda volver a ella".


Abdülkadir y su mujer Fatma Karahan

Fatma tenía ocho hijos, a los que tuvo que explicarles que había cedido parte del terreno como herencia a las familias de los fallecidos, a donde anualmente regresan, arropados por los turcos. Fatma relata: "tengo que regalar esta tierra a esta gente como una buena acción. Vengo a llorar, aquí hay sangre de esos jóvenes y éste es su lugar", explicaba la anciana cuando acudía a menudo al monte Pilav y depositaba flores.
Francisco Carbona, vicepresidente del la Asociación de Víctimas del Yak, conoció ayer viernes la noticia y comentó emocionado: "hemos recibido en Turquía lo que nos han negado aquí". La Asociación quiere viajar a Trebzon en el próximo octubre, cuando se cumple el décimo aniversario.
Carbona comenta: "tenemos que dar las gracias a esta gente. El imán nos dío unas chapas identificativas de nuestros hijos que nos abrieron los ojos sobre las mentiras del Gobierno de sus identificaciones".
Fatma Karahan contaba que no cultivó nada en la ladera del monte, a 2100 metros de altura, desde el accidente. "Llevo diez años sin cosechar nada en este terreno -le comentaba a su marido Abdülkadir- no puedo plantar  porque la sangre de esta gente quemó la tierra. Son sus tumbas".

Esta es la historia de una buena mujer, de un país al que desde aquí a menudo se le mira con desprecio y altanería.
Como ejemplo de cómo se hicieron las cosas aquí, unas líneas representativas:

22 de noviembre de 2004
Comenzaron las exhumaciones por toda España de los 21 militares mal identificados. Nueve ya habían sido incinerados por familias erróneas.

 11 de enero de 2005
Los forenses de la Audiencia Nacional terminaban de identificar los cuerpos. El informe reveló nuevas irregularidades, como que solo se encontró una alianza en los ataúdes, cuando en el acta turca se reflejan anillos, DNI, carteras... También se deducen a partir del documento que un ataúd guardaba los restos de tres militares en cinco bolsas distintas, así como que se sonfundió la identidad a un militar de traje verde del Ejército de Tierra con otro azul del Ejército del Aire, se confundió a un militar de raza blanca con otro de raza negra, se atribuyeron botas de distinto número al mismo militar... todos estos evidentes signos externos denotan que realmente no se realizaron identificaciones sino reparto proporcional.

29 de abril de 2008
El juez Marlaska intenta por segunda vez que se archivara el caso. La A.N. le obliga a reabrirlo y a abrir  juicio oral contra los tres mandos militares acusados.

 19 de abril de 2009
 Se condena a tres años de prisión al general Navarro, excarcelado al poco tiempo a causa de una enfermedad terminal. Los otros dos militares no llegaron a entrar en prisión


El ministro de Defensa era Federico Trillo-Figueroa y Martinez Cond.
José Mª Aznar era Presidente del Gobierno.

Wikipedia,  http://es.wikipedia.org/wiki/Accidente_del_Yak-42_en_Turqu%C3%ADa 

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