Lo ha celebrado con una gran tarta perruna, globos, chuches y muchos besos .Nos sentimos dichosos de haber disfrutado de ella cada día desde que nació, de sus payasadas, de las siestas abrazados a ella, o de largos paseos por los caminos junto a casa.
Ya es abuela y ya no juega con palos o con las cañas, eso ya es cuestión de Enid la inagotable. Pero cuando andas junto a ella, con su paso cansado, haciendo altos para que no se canse demasiado, siento que su corazón perruno, achacoso pero tenaz, late en sincronía con el mío.
Es una virtud que tienen los perros, ya se sabe: te van dejando el suyo, y cuando parten, un cuarto al menos se va junto al tuyo para siempre.
Muchas felicidades Troya!