lunes, 29 de noviembre de 2010

Enid




Esta es Enid Alca de Todos los Santos de la Torre Bastarán. Nació el cinco de noviembre y ha llegado a casa hace una semana. Es de Alfamén.
Su padre es un boxer dorado modelo John Deere y su madre nos recordó a Alca, un poco más pequeña, y de chorrete flojo (de las que se mean en cuanto las acaricias)
Nos vino con pulgas y lombrices de las del culo pero ya está limpita como una patena.
Terremoto incansable, y una bendita cuando duerme, lleva martir a la pobre Troyita que la soporta con cristiana paciencia. En tan pocos días ya nos está dando más alegrías que disgustos (todo llegará)
Larga vida a Enid.

jueves, 4 de noviembre de 2010

El adiós

Hace dos días que Alca se durmió para siempre. Un dolor grande nos dobla los hombros, el peso de las despedidas.
Recuerdo cuando la fuimos a comprar a una tienda de animales del centro, hace trece años; como tenía una cornea blanca y la otra negra, era la que se había quedado la última de la camada, pequeño animalito sentado en el centro de una enorme jaula, todo costillas marcadas en la piel y una gran barriga. Un regalo del destino que llegó a casa dentro de mi abrigo de donde solo salía su pequeña cabeza.
Y eso fue su vida, un regalo desinteresado de ella hacia los que la conocimos y la disfrutamos, día tras día. No conoció el rencor, fuimos sus dioses y su sosiego, en la inconsciencia animal de creerse eterna, una felicidad sin miedo a la muerte.
Lord Byron escribió sobre su perro muerto: "tuvo todas las virtudes del hombre y ninguno de sus defectos"
(Siesta en Aragües del Puerto)

Llegó al final de su camino el dos de noviembre. La noche anterior le pusimos para dormir una de mis camisetas de franela de invierno para que mantuviese el calor; Raúl me dijo que mientras se la ponía, la mirada de Alca le decía "no puedo con mi alma,dejadme marchar".
A la mañana siguiente no podía casi mantenerse en pie, y al medio día tomamos una la decisión más dolorosa de nuestras vidas. La cogí en brazos y salimos a la terraza.
Dos de noviembre, eran las tres de la tarde. Un sol cálido de otoño nos calentaba, su cuerpo exhausto, antes musculoso, quedó tendido en su colchoneta, ahora todo huesos y piel suave. Su cabeza sobre mi regazo, mis manos en su cabeza, en sus orejas tantas veces acariciadas. Vimos una lágrima caer por sus ojos, Raúl también lo vio . No es una figura poética ni una paranoia causada por la pena. Ella sabía que se iba a dormir para siempre.
Él besó su pata, donde entró la aguja que le devolvería la paz. Supremo acto de amor hacia ti, Alquita, (gracias queridísimo Raúl). Mi mano seguía tus últimos latidos, manso tum tum de algodón a través de tu carne tibia, mientras el veneno corría por tus venas en busca de su presa. Caricias, besos de tus dos dolientes dioses. Sol vespertino derramándose a chorros sobre los tres. Y poco a poco... tu pecho guardó silencio para siempre.
Soñamos que sueñas, adormilada, una siesta eterna, tu cabeza sobre mi pecho, mirando a través de tus ojos medio cerrados a Raúl, que te hace un abrigo (otro más) para que no pases frío este invierno.
Nunca te olvidaremos, amada Alca. Ahora lloramos lágrimas negras y amargas a la espera de que el tiempo nos traiga recuerdos de tus ladridos de alegría, de tus correrías, trastadas, de cuando te disfrazábamos para reírnos de ti, o cuando las pequeñas jugaban contigo: Juncal, Pope, Idoia, Irene.
Raúl, compañero de viaje, amante de los animales; hombre inteligente que llegas a tocar el alma canina con la punta de tus dedos, ese lugar sagrado vedado a los prepotentes. Conocedor del idioma de sus ojos y de su cara, lengua indescifrable para muchos sabios e incultos, en ocasiones también para mi. Hiciste el trabajo más duro pero no vacilaste. En tus manos el aguijón de la buena muerte, manos de titán poderoso y resuelto. En tu cara, en cambio, estaba el dolor más profundo. Te quiero muchísimo.
Juncal, Pope, Idoia, Irene, Ivan, Marilar, Alfredo, Marisa, Penélope, Javier, Laura, Jorge, Ana, Fer, Pilar, Mariano, Pili, Yoli, los pequeños Mery, Natalia, Alejandro, que no paraban de preguntar por ella este fin de semana.