miércoles, 31 de julio de 2013

SON MIS AMIGOS

Gelu y Álvaro acaban de llegar a Finisterre hoy, 31 de julio de 2013 en una larga y apasionante caminata de casi un mes.
Partieron de Roncesvalles y hace tres días culminaron el Camino de Santiago a las puertas de la catedral del apóstol. Pero como se les hacía corto han decidido alargarlo hasta el "fin de la tierra". Hemos estado en contacto a través del "güasa" durante su periplo y a la pregunta de que si el Camino era recomendable, la respuesta llegó rápida: "es ALUCINANTE".
Estos son mis amigos, compañeros de trabajo hasta hace no mucho y tan queridos como añorados.


Las circunstancias de la vida, muy injustas en este caso, nos han separado. Ójala volviéramos a trabajar juntos algún día. Ellos son los mejores,  sin duda. 
Espero de todo corazón que muy pronto alguien os eche el ojo laboral y os de una oportunidad. Seguro que después no se deshará de vosotros ni con agua hirviendo.


Un abrazo grande grande, pareja querida. 

sábado, 20 de julio de 2013

LOS CUATRO SE VAN A CANTABRIA INFINITA

Diez días en el paraíso, y ya de vuelta.
Troya, la Reina, nos ha dado un par de sustos, su salud se resiente y su corazón fatigado nos tiene en vilo. Pero ha disfrutado, se ha saltado la dieta como es menester y hemos evitado los calores inmisericordes de la depresión del Ebro; Enid se lo ha pasado bomba. Le han faltado prados por los que correr, vacas a las que ladrar y caballos con los que quedarse encandilada.

Troya y Raúl en el Portillo de la Lunada, 1370 m. a caballo entre Castilla y Cantabria
Tras varios meses de lluvias intensas (casi todo el mes de marzo lloviendo según la hacedora de sobaos de Selaya), el valle del Miera es un vergel de alisos ribereños, fresnos, sauces de hoja larga, espinos albares y robles. Uno se imagina como debió de ser esto antes de la deforestación del siglo XVIII a la que fué salvajemente sometido para proveer de madera a las fábricas de cañones de la Real Armada de Liérganes y de por ahí.

La "Casa del Rey" y el valle glaciar del Miera.

La pasiega Carmen, vecina "de arriba" y abnegada mater familiae de tres retoños montaraces, pasaba por delante de nuestra casa tres veces al día para cuidar de las vacas del Manolo, octogenario vecino "de abajo";  la gente de estas tierras trabajan como mulas para malvender su leche. Pero dudo que, al menos los de cierta edad, cambien su vida por cualquier otra.

Enid, la perra pastora de vacas en sus ratos libres.

Y digo "arriba" y "abajo" en un sentido estricto. Las pendientes con las que conviven los pasiegos del Miera son sólo aptas para atletas. El terreno llano se limita a la anchura de la carretera en el fondo del valle; el resto son taludes en los que ningún tractor puede trabajar sin riesgo de vuelque. Las Cármenes y los Poldos, dallan a mano el heno, lo acarrean en cuévanos echados a la espalda, y se patean las laderas arriba y abajo como nosotros vamos por el Coso o Miguel Servet. Raza brava y austera, otro mundo a años luz de distancia del nuestro cotidiano.

El pasiego de Linto, historias a la vera del Miera.

Y ya en casa, con la mente llena de paisajes hermosos, de recuerdos de gente noble y trabajadora, y los estómagos llenos de sobaos, chuletones, quesadas, sidra y cerveza... echamos de menos lo que acabamos de dejar. Pero el ritmo de la vida manda.

La cabaña 

 Miramos  atrás, soñamos con la acogedora cabaña de nuestros amigos Carmen y Carlos (Los Carucos se llama, tenemos que preguntar qué es un caruco) y no podemos hacer otra cosa que suspirar y pensar que hemos sido felices diez días, los cuatro.