miércoles, 2 de noviembre de 2011

Te echo de menos

Ya hace un año que te fuiste, Alca.
Aquí seguimos como siempre, liados con la crisis y eso.
La pequeña Enid es la alegría de la casa y tiene un gran corazón perruno, del que ya me ha dado una de sus partes, como es costumbre entre vosotros, los perros. Tu trozo de corazón late junto al mío y con él ya  tengo cinco partes más de corazón de perro y cinco partes menos de corazón de humano, porque también os lleváis un trozo cuando morís.
Si logro vivir lo suficiente todo mi corazón sera perruno y seré  tan generoso y bueno como vosotros.
Pienso que lo único que me pedirías es que no te olvide para no desaparecer del todo, y creo que eso no ocurrirá mientras tenga memoria. 



lunes, 3 de octubre de 2011

Feliz cumpleaños Juncal

Para celebrar las 17 hermosas primaveras que cumples hoy, tus tíos te obsequian con este vídeo de Bastaran Cartoons:



FELICIDADEEEEEEES!

jueves, 29 de septiembre de 2011

Los Cinco regresan a Constantinopla


Nuestro último día de ruta por Turquía. La dueña del Merlose ha sido buena y a las siete de la mañana ya nos tenía preparado un buen desayuno, pero con la carencia de todos los dias: la chacina. Esas mortadelas de vaca no son lo mismo, no señor.
Habíamos calculado una 10 horas de regreso, pero al final no ha sido para tanto. Ocho horitas que nos han plantado en Estambul a las tres de la tarde.
Pero las horas punta en Estambul no son lo mismo que las horas punta en la Plaza de Paraíso. Cruzar el Bósforo por ese puente colgante, los extraradios, los radios y las pedanías nos han llevado una hora, calorazo y tráfico estambuliota. La pera.
Dejamos nuestras maletas en el Serenity (el mismo que es de la ida, el mismo de los desayunos pantagruélicos, dicho con mucha sorna y retranca). Las chicas se pintan la raya, hacen sus cosas, nosotros vamos a hacer pis, y a devolver la furgoneta a la plaza Taksim, centro del gran chochal de tráfico de Estambul.
Fernando no ve una rotonda que le marca el navegador, y nos metemos en el chochal madre. Buscamos gasolinera para dejarlo lleno (por cierto, gasoil que aquí llaman "motorin" a precio e caviar) y tras ello ya reprogramamos el aparato y nos presentamos una hora antes de tiempo en la oficina de Europcar.
Dos mil km. sin incidentes, desde aquí un recuerdo cariñoso a laRenault Traffic que nos ha llevado con seguridad y alegría por las carreteras de este país.

Quisiera, antes de proseguir, comentar que en la entrada de ayer me dejé olvidadas dos fotos. Una, la inferior, es de Pamukkale; obviamente a la señora (a quien no he pedido permiso para publicar la foto) se le olvidó hacer el cruce. El que vió al conejo fué Raúl, y yo disparé. Y me pregunto yo: qué cosas mira este chico?
La segunda es nuestra cama del Melrose House y el sentido de la elegancia otomana.



Miss Forget Pussy en Pamukkale con todo al aire.




El chochal del puente del Bósforo. La imagen no describe bien lo que era aquello.


Otra curiosidad: en Estambul, cuando el ayuntamiento quiere que una calle sea de sentido único, no se limita a poner en la entrada una señal de prohibido el paso. Coloca lo que veis en la foto inferior. Un rastrillo abatible sólo en sentido de la marcha.Las púas son de hierro y con punta. Esto es disuasión y no otra cosa.

Los rastrillos.


Una vez hechas las despedidas, volvemos a pasear por la increiblemente animada y bonita calle Istiklal. Pongo unas fotos de alguno de los edificios que hay en ella, algunos resturados y otros esperando restauración.




Pasamos por última vez a los pies de la torre Gálata, preciosa centinela del Cuerno de Oro, y compramos por las cercanías cosas para la familia. Todo muy nostálgico, así que nos bebemos unos medios litros de cerveza para animarnos.


La torre de Gálata.


Volvemos a cruzar de nuevo el puente del mismo nombre que la torre para tener una postrera imagen de Estambul, su mar, sus mezquitas iluminadas, Santa Sofía... y ese olor a pescadazo crudo de la gente que está con cañas a cientos en sus barandillas, que quitaba parte del encanto.
Otra cervecita en Sultanahmet, donde discutimos sobre si Helena de Troya era tal o cual, si Paris fué muerto por Menelao o sigue vivo, partiendonos de risa con los prosáicos comentarios del chico de Ciencias, Raúl, al que tanto quiero.
Y esto se acabó. Han sido once días estupendos, Los Cinco se lo han pasado de cine.
Yo personalmente guardaré un recuerdo especial de estas vacaciones. Turquía es un país de contrastes, aunque quede esto muy manido. Pero es la realidad; pasas del siglo XVIII al XXI en cincuenta metros. La Europa que conocemos y la marranería espesa conviven en armonía. Las chicas vestidas de Zara (o de mas pasta) con las cucarachas tristes y sumisas tapadas, medio tapadas y tapadas del todo también conviven.
Los coches que todos vemos a diario se cruzan con Renault 12 o similares, piezas de museo de aquí para allá.
WC.s como los que ves en Zaragoza o incluso más limpios a poca distancia de ese Ojo de Mordor, sima abisal de todos los horrores, que yo vi en Priene.
Turquía, lo que he visto de ella, me ha gustado muchísimo. La gente es cariñosa, amable y educada -salvo pequeñas excepciones como ocurre en cuaquier sitio. La comida es una delicia, la cerveza otro tanto de lo mismo -marca Efes- y lo que conserva del pasado es glorioso. Ójala aprendan a cuidarlo, mantenerlo y explicarlo mejor de lo que lo hacen.
A Raúl; a mis amigos Ana, Pilar y Fernando solo les puedo dar las gracias por su paciencia conmigo y por mi pasión por las piedras (Pilar es de mi misma cuerda, no le doy las gracias por esto)
Gracias por haber hecho posible que once días de viaje no solo se recuerden por los paisajes, ruinas y demás. Sus caras sonrientes, o agobiadas por el calor, o entusiasmadas por lo que veían... estarán siempre entremezcladas con los minaretes de las mezquitas y las ruinas de lo que fueron gloriosas ciudades.


Santa Sofía. En mi opinión le sobran los minaretes añadidos.


miércoles, 28 de septiembre de 2011

Los cinco andan descalzos en Pamukkale



Hoy jueves partimos, con mucho dolor de corazón, de Kusadasi y nos dirigimos hacia el Este dirección Denizli. Dejamos atrás la costa del Ejeo y remontamos el curso del río Menderes, situado en un amplio y precioso valle lleno de cultivos de algodón. Lo que no vimos es lo que viene en las guías que portamos, que son los campos de adormideras que tienen por aquí para uso medicinal. Pensábamos hacer una pequeña requisa, también para uso médico, pero parece ser que, o bien ya han cosechado, o no está sembrado aún.
Hacemos un alto en Afrodisias, otro sitio arqueológico rodeado de aldeas con mucha mugre; no obstante, los turcos han hecho un buen trabajo de conservación. El museo es como los de Europa, uno de los mejores que he visto.
Aquí hubo culto a los dioses paganos desde el 5800 antes de Cristo, donde los granjeros del neolítico iban a adorar a la diosa de la fecundidad y de la tierra; en la época clásica estaba dedicada a la casquivana Afrodita, con un templo a lo grande, termas, palestras, ágoras, teatro -cómo no- y un gran hipódromo conservado como muy muy pocos.


Los Cinco en el templo de Afrodita sin Afrodita.



El hipódromo, para 30000 personas, con sus gradas.




El llamado "Tetrapilon", entrada monumental al templo de Afrodita.


Volvemos a la furgoneta y programamos el navegador para que nos lleve a Pamukkale, que quiere decir "Castillo de algodón". Se trata de una formación caliza declarada por la UNESCO Patrimonio de la Humanité, en la que el agua ha ido dejando depósitos de cal, valga la redundancia, con los que toda una ladera de montaña aparece ante los ojos del guiri como una gran nevada donde no debería estar. Son aguas termales, así que no se nos refrescaron mucho nuestros sufridos pies.
El sitio es curioso, y más curiosa es la forma de entrar; descalzos. Todo el personal con las zapatillas en la mano o atadas a las mochilas andando agua al tobillo casi un km. sobre lo que parece marmol blanco. El capricho de la naturaleza ha ido formando piscinas y remansos, y sobre todo al volver, que se nos echó encima el oscurrucio con eso de ver el atardecer desde la parte de arriba, parece aquello un capítulo de los cuentos alucinantes de Lovecraft.


Pamukkale, el "Castillo de algodón."



Los Cinco (falta el fotógrafo) en uno de los estanques de Pamukkale.


Y sobre la colina en cuya ladera está todo esto que cuento, está lo que queda de la ciudad de Hierápolis, otra de las cosas que hay que ver en Turquía. Los antiguos aprovecharon las aguas termales y cascaron encima una ciudad, con de todo: otro teatro -este con la escena casi intacta- baños etc etc etc. Fué fundada por Eumenes II (a mi no me suena de nada), que era rey de Pérgamo a la sazón.
El lugar tiene la particularidad de que en las proximidades encontró triste final el apóstol Felipe, al que le dieron cruz y piedras para rematarlo. La iglesia bizantina erigida en el lugar del suplicio está en ruinas hace muchos siglos. Era el "Martirion", edificio octogonal colocado sobre un pequeño promontorio y algo alejado del bullicio de Hierápolis (20 minutos por un sendero) Merece la pena el sitio: ni Perry por los alrededores, silencio y aunque uno es descreído de por si, el sitio tiene algo especial.




Centro del octógono donde estaba la tumba de Felipe. Sus huesos descansan ahora en Roma.


Y ya nos retiramos a nuestra nueva residencia: hotel Melrose House. La concepción de glamour de los turcos: cortinas de a millón con brillos, megabaño que tiene hasta eco, jacucci y al lado un mueblo que ni de la calle lo recojo, el cable de a bañera agarrado de cualquier manera... no terminan de pillar lo que es "rematar".
Mañana ya regresamos a Estambul. Nos esperan muchas horas de coche por carreteras ignotas.
Felices sueños desde Pamukkale, tumbado en una cama con dosel modelo "Velo de Zoraida".

martes, 27 de septiembre de 2011

Los Cinco se patean Mileto, Priene y ven la iglesia de San Juan




Tras nuestra segunda noche en este hotelito de Kusadasi que huele a jazmin, salimos bien bien desayunados hacia Priene, lugar de ruinas muy grande pero no tanto como Éfeso aunque con las piedras mas rotas. El templo de Atenea es el que mejor conservado está. Tienen una cosa muy bien conservada, su teatro en el que puedes imaginar hasta los camerinos. Una inscripción en una columna nos indica que en el año 254 adC ya actuaron las Mañas Star en una representación de Electra.
Otra cosa muy entera que tienen es el llamado Bouleuterión, que en cristiano es como la asamblea municipal; y una iglesia bizantina al lado.
Y las dos cosas mas grandes del sitio, su Gimnasio y su Estadio, que no hemos encontrado a pesar de buscarlo con ahínco por esos senderos pedregosos y bajo el sol de justicia que nos acompaña últimamente.
Como nota anecdótica indicar que Pilar ha ido pertrechada como si fuese a comprar por la calle Serrano. Dado ello, ha rodado por los suelos entre capiteles corintios, junto con Raúl, sin magullarse ambos demasiado.


El Raúl en el púlpito



Después de una cervecilla en una terraza a la salida de Priene, nos han invitado a probar la comida de la dueña del bar, pero antes he ido, aquejado de la maldición de los sultanes, al WC. y he visto el ojo de Mordor en esa taza a la turca, así que hemos declinado, amablemente, dicha invitación.
Carretera y manta hacia Mileto, patria de Tales. Polvo,sudor y hierro... el Cid cabalga. Madre de los cielos el calor que hacía ahí, con nosotros cinco, cinco perros y el de los tikets. Y unos ingleses con chanclas por aquellos pedregales. Hemos visto otro teatro, siempre nos parecen pocos. Es ver un teatro en ruinas y alla que vamos. También tiene el Delfinión, que es una parcela con todo roto, el gran monumento portuario situado en lo que antes era el puerto de Mileto aunque ahora el mar anda unos cuantos kilometros mas alejado. Las temas de Faustina están muy completas, con su frigidarium (que era donde hacía más frío antes y hoy era un jodido horno), y la palestra, casi toda debajo de un campo de olivos.
Otra cervecita en el chiringuito de la salida, cuatro turcos jugando al tabli, tres perros y nosotros. Raúl ha optado por un zumo natural de granada y naranja sin ver previamente el estado de la exprimidora. Rogamos a los dioses que no contraiga la maldición de los sultanes.


La stoa porticada de Mileto, donde están trabajando arqueólogos alemanes.


De vuelta a nuestro vehículo, entronizamos al tomtom y le marcamos coordenadas: Selçuk y la iglesia de San Juan.
Se trata de una gran construcción del siglo VI despues de Cristo; fué construída encima de otra primitiva que guardaba los huesos del apostol del Apocalipsis. Fortificada a causa de las incursiones árabes, las ruinas que han llegado hasta hoy son magníficas; un bonito atardecer con el mar Jónico al fondo y luz dorada de Asia Menor, han sido unas perfectas compañeras en nuestra visita.
No quedan rastros de san Juan, pero una reconstrucción que hay ahí puede hacernos imaginar la maravilla que fué en su tiempo.


Aquí estuvo un tiempo el apostol, segun dicen.


A modo de anecdotario, colocamos una fotografía de Los Cinco bajan a la Cisterna de la Basílica. Fué en Estambul pero hasta hoy no hemos dispuesto de las imágenes. Esperamos que os guste.


De izquierda a derecha: Zoraida de Antioquía, Soleiman de las Anatolias, Mehmet III el Opulento, Alí Pachá Crisóstomo y Yasmina IV de Mesopotamia.


Mañana dejamos con mucho dolor de corazón Kusadasi y nos dirigiremos hacia Pamukkale, dejando atrás la costa del Ejeo.
Buenas noches desde un patio con olor a jazmin.

lunes, 26 de septiembre de 2011

Los Cinco en Éfeso

Nos hemos ido de Esmirna, si alguna vez nos perdemos que no nos busquen ahí. No digo más.
En el camino hacia Kusadasi (que es donde está Éfeso, la casa de la virgen María y la cueva de Los Siete Durmientes -luego explicamos qué es ello- y nuestro hotel), no nos ha parado policía alguna y hemos llegado con bien.
Villa Konak es de lo mejorcico en que hemos estado, gusto otomano quintaesenciado.


La Pili

Las ruinas de Éfeso andan cerca de Kusadasi, como a 15 minutos. A las 12 del medio día, con un sol de justicia de los de Asia Menor, estaban Los Cinco como clavos en el parkin del sitio donde nos han metido la primera clavada del día por un importe de 7 TL, más 20 cada uno pa entrar más 10 de unas audioguías que en lugar de orientarte te mareaban y te mandaban a la fuente de Fileterio cuando te explicaba los baños de la Escolástica.
Eran las cuatro de la tarde cuando hemos terminado los cuatro km de recorrido, envuelticos en agua y cocidos en nuestros propios jugos pero... el lugar bien merece la pena nuestro sufrimiento y deshidratación. Muy bonito, increible todo lo que hay allí, lo que queda por sacar e imposible el intento de reconstruir mentalmente su estado original.


La biblioteca de Celso


Como cosa curiosa tenemos lo que llaman "La casa del amor", que era la casa de las putas y en la que tienen retretes (que no hemos visto) y muchas estancias, y el gran teatro que estan
restaurando, además de otras muchas cosas más que no voy a poner aquí porque sería muy largo.


Raúl en las gradas del Gran Teatro.


Los Cinco en Éfeso, con calor. Mucho calor.


Tras esta magnífica experiencia y unas cervezas en vena previa ingesta de litro y medio de agua, partimos hacia lo que califican como la casa de María. Según cuentan, en ella vivió la virgen con san Juan sus últimos años de vida, huyendo de Palestina ante la que les estaba cayendo a los cristianos con esto de las persecuciones. Parece ser que una monja del siglo XIX, minusválida ella, soñó en su casa de por Europa que la casa se encontraba por los parejes de Éfeso y, tras describir los alrededores, un sacerdote se lanzó a su busca y captura, dando con ella.
La casa es del siglo VII con lo que deducimos que la virgen fue muy longeva. Hemos comprado iconos, virgencicas y libros para las madres y hermanas. Por qué? Porque los Cinco,en el
fondo,somos muy píos.
The Mary's House.


Lo de la cueva de Los Siete Durmientes tiene tela. Cuentan que en la época de Diocleciano, siete hijos de nobles fueron amenazados con el degüello si no abjuraban de la fe cristiana y volvían a adorar a los dioses paganos. Ellos dijeron que "bastante voy yo a abjurar" y se escondieron en una gruta. Fueron hallados y les tapiaron la boca de la cueva y allí permanecieron, durmiendo, durante 150 años hasta que los encontraron por casualidad. Uno de ellos se fue a hacer la
compra al pueblo (sic) y ahí se enteraron del tiempo que habían sesteado. Se dirigieron a una iglesia a orar y allí la cascaron definitivamente.
Yo no quiero hacer comentarios porque me pierde la boca. Parece que la iglesia ortodoxa les tiene mucha fe y en la nuestra los borraron de la lista no ha mucho.





Los Cinco se lo pasan churruki en Pérgamo y Esmirna.



La playa de la Alpargata de Cristo, con luz.


Salimos de Assos a una hora tan temprana que ni en la recepción había vida. Somos personas adultas y sabemos madrugar aunque nos cante el lucano por la noche.
Dos paradas de la policía turca y momento de pánico cuando han hecho salir del coche a Fernando y ha confundido un apretón de manos del poli con un "espera que te pongo las esposas por lo de Lepanto ". No ha habido multas.

Hemos llegado a Pérgamo sobre el medio día. Y nos han dado una alegría los turcos: han colocado un telecabina para subir a la acrópolis; la rodilla y la megaampolla de Ana lo han agradecido especialmente. La ciática de Pilar también. Fernando no ha dejado de alabar el buen gusto de los otomanos al respecto. Raúl ha pensado de igual manera y yo he aplaudido con entusiasmo. Las caras de la foto cuando hemos subido no dejan lugar a dudas.



Las ruinas de la acrópolis de Pérgamo (Bérgama le llaman ahora sus nuevos propietarios) es una de las maravillas de Turquía. Dicen que fué fundada por los griegos eolios 800 años antes de Cristo; aquí tenían templos dedicados Trajano, Atenea, Dionisio y Zeus. De este último solo quedan en el sitio original unas cuantas gradas del altar. El resto está en Berlín en un museo sólo para él.
Hemos hecho una pequeña representación Raúl y yo en la escena del gran teatro y los chicos nos oían perfectamente en la grada de más arriba. Ha habido ovación del público.

Algo dice de Trajano, de los germanos y del mar.


Este es el templo dedicado al emperador Trajano.


Los turcos no gestionan bien los sitios arqueológicos (debe ser porque los originales no los construyeron ellos). Cobran una pasta por entrar en ellos, al menos en los más famosos, y no revierten el dinero en su conservación ni en hacerlos fáciles de interpretar por los visitantes. Aparte del remonte para subir a la altísima colina, poco más hay que aplaudir.

De derecha a izquierda: la emperatriz Zoe, Baco y la Sibila de Alicarnaso.


El teatro de Pérgamo, 80 hileras de asientos para 10000 personas.


Y despues de disfrutar del sitio, seguimos ruta hasta nuestro nuevo destino: Esmirna, cuya traducción es "mirra". Yo no le visto en ella nada que me haya gustado; sus habitantes no la conservan limpia, tienen el buen gusto para embellecer la ciudad en el culo (esas palmeras del paseo marítimo iluminadas de verde eran LO MASSSSSSSSSS), la zona del bazar parecía la tienda de los horrores o un mercadillo de la ciudad de los Mejillones con Salmonelosis (venden mejillones hasta en las mezquitas). Menos mal que hemos encontrado un sitio estupendo para degustar unas cervezas; se trata de un ascensor de 1901 que comunica la parte baja de la ciudad con otra parte más alta que es loque suelen hacer los ascensores. Arriba hay una cafetería que nos ha teletransportado a Europa desde Cutreland.


El ascensor, y arriba del todo la terraza King Size Birras-


La ciudad desde la cafetería

Y finalmente nos hemos ido a cenar, unos döner Kebab y cosas por el estilo en el paseo marítimo donde nos han intentado tocar el violin, vendernos flores, caracolas, bolígrafos, donde han pasado calesas con flecos horrorosos tiradas por caballos con hambre, y de la cual Raul y yo hemos vuelto andando y a los tres restantes el taxista les ha hecho la gujada Pichirichi (te dejo donde quiero y te vas andando)
Mañana vamos a Éfeso, la joya de la corona de los restos arqueológicos de este país. Yo lo vi hace muchos años, cuando en Éfeso aún vivía la gente. Espero que el buen recuerdo que mantengo se corresponda con la realidad actual.
Buenas noches desde Esmirna.

domingo, 25 de septiembre de 2011

Los Cinco cruzan Los Dardanelos y visitan Troya


Estambul ya es historia para Los Cinco. Nos hemos acercado a la plaza Taksim, un caos de tráfico conduciendo a la manera turca, a recoger nuestra furgoneta y ponemos rumbo al oeste. Recorremos la costa norte del mar de Mármara hasta entrar en la península de Galípoli donde embarcamos en el ferry que nos cruza el estrecho de los Dardanelos. Durante la travesía Anika sufrió el llamado "mal de Nausicaa" e intentó tirarse por la borda, momento inmortalizado en l afotografía inferior.

Tras administrarle unos ansiolíticos, seguimos recorriendo las carreteras de Asia hasta encontrar las ruinas de Troya, de la que no quedan demasiadas cosas pero que no deja de ser evocadora. La fotografía de abajo es lo que queda de la famosa puerta Escea, por la que según la Ilíada salió Hector a verselas con Aquiles y de la que salió mal parado.
Y nos cobran una pasta para tenerlo todo manga por hombro y mas explicado, por lo cual nos pegamos un poco a una guía turca que hablaba español como yo el serbio, que no se como la entendían el grupo de pobres españoles. La dejamos cuando les contaba una pesadilla que tuvo Helena de Troya segun la cual su supuesto hijo tenía menos futuro que una tienda de trajes de comunión en Teheran.


Las Puertas Esceas de Troya.

Y de nuevo carretera y manta hasta Assos. Tras recorrer unos kilómetros por carretera de media montaña,
llegamos a donde Cristo perdió la alpargata.
Lugar idílico (lástima las habitaciones, manifiestamente mejorables). Playa sin gente, y cuando digo sin gente es "sin gente" en plan motel Bates del Norman Bates de Psicosis. Unas mesas al borde de la playa con agua turquesa y mansa, montones de estrellas y al fondo la isla de Lesbos, que como todo el mundo sabe, está llena de lesbianas.
Ninguna nos llegó nadando.
Tras agotar la reserva local de cerveza, nos fuimos a dormir como pudimos.
Mañana nos vamos hacia Esmirna, recorriendo los antiguos territorios que fueron de los griegos hasta 1920 en el que los otomanos entraron a sangre y fuego, desalojando entre otras, a la madre de mi amigo Tassos que tuvo que salir por piernas y en barca hacia la vecina isla de Kíos, siendo una niña, para salvar su vida y la de su familia.
Desde entonces los turcos estan aquí, en la tierra en la que el viejo poeta alejandrino Kavafis soñaba que una sombra de algún dios volaba sobre las colinas de la vieja Jonia.

viernes, 23 de septiembre de 2011

Los Cinco pisan Asia y vuelven a Europa.






Hoy el desayuno ha estado peor, si esto es posible. Faltaba género y la huraña señora que los repone nos miraba con ojos aviesos, y solo traía pan.
Menos alimentados que otros días nos hemos ido cerca de las murallas de Teodosio, donde Cristo dio las Tres Voces, a ver las maravillas que encierran dos iglesias bizantinas: san Salvador en Chora y la de Pammakaristós. El modo de transporte ha sido el bus 90A (creo), que nos ha sumergido en el mundo de de las mujeres de negro tapadas hasta las cejas, o con pañuelos o con gabardinas horrorosas ytristes,con la cabeza cubierta de múltiples formas. La Edad Media en pleno siglo XXI, una gran tristeza.

Sin embargo, estas dos pequeñas iglesias nos han llenado el espíritu de belleza y de maravillas multicolores de sus mosaicos y pinturas.



Los chicos en el 90A camino del extrarradio.


Pantocrator de la iglesia de Agia Pammakaristós


Y en la de san Salvador en Chora, aparte de quedarnos una hora con la boca abierta ante los hermosos mosaicos que conserva, hemos descubierto al Cristo Resucidato (H ANASTASIS en honor a nuestro amigo Tassos de Atenas) pintado al fresco mundialmente famoso, el de la foto de abajo. En los alrededores no venden cerveza ni ves un solo cerdo (de cuatro patas), así que tras ver lo que queríamos ver, nos hemos largado de ahí sin volver la vista atras.



Por la tarde hemos ido al puerto de Eminönü y hemos cruzado al lado asiático de la ciudad con un ferry... que podría ser una trirreme del emperador Constantino dada su edad y estado. Nos ha dejado en Üsküdar (aquí lleva casi todo diéresis), en la embocadura del Bósforo. El sitio es feo de ganas, pero el viaje ha merecido la pena sólo por las vistas desde el barco. No ha habido más tiempo para ver cosas y al poco hemos hecho el viaje de vuelta en el mismo trirreme.

Mis amigos en el barco.


Hemos tenido que recuperar el tiempo perdido y meternos en vena unas cervezas en poco tiempo, en el barrio de Beyoglu; hemos cogido el viejo metro de Tünel (el segundo mas viejo tras el de Londres) y como estábamos por la zona, nos hemos acercado al bonito hotel Pera Palace, en plan guiris, para ver donde se hospedó Agatha Christie y también los ricachones de antaño tras llegar desde la aristocrática Europa al exótico Estambul montados en el Orient Express. No hemos llegado a entrar porque nos daba un poco de vergüenza. A todos menos a Pilar que ha amenazado con hacer una fiesta gitana y celebrarla en el
Pera Palace si no la dejábamos entrar.

Hotel Pera Palace.


Tras una opulenta cena en un sitio más sencillo, nos hemos retirado a nuestros aposentos del hotel Serenity de Sultanahmet, sin tanta leyenda como el Pera y sin tantas pretensiones, pero famoso por sus desayunos en toda la Galaxia.
Dos notas: la primera es para nuestro amigo Anastasio Papailias. Hemos visto a dos familias griegas en Estambul, creo que es el inicio de vuestra invasión, no? No se si continúan vivos a estas horas.
La segunda es que mañana entraremos a una farmacia a comprar repuestos. Anita va con la rodilla averiada y le da a los antiinflamatorios en estado de crema y pastilla, así como al ibuprofeno.
Pilar sufre con su espalda y tendones de aquiles por no llevar tacón de 35cm; necesita ibuprofenos al igual que Fernando.
Un servidor es previsor y se toma uno por la mañana para por si acaso, y de vez en cuando algun protector estomacal para digerir los guisos anatolios. Compraremos también miolastanes. Dentro de cinco años me veo en Benidorm.
Mañana nos vamos de Estambul; sobre las 0900 a.m. recogeremos nuestro vehículo de alquiler y, confiando en nuestro navegador y en los satélites, emprenderemos viaje por la antigua Jonia.
Felices sueños y buenas noches desde Sultanahmet, sin llover.

jueves, 22 de septiembre de 2011

Los Cinco en la estación del Orient Express


Hoy en Estambul ha soplado lo que en Zaragoza llamaríamos "bochornera"; pero con humedades del mar Mármara. Seguimos con borrascas y algún trueno, pero hoy sin llover.
Mis compañeros de viaje me han alegrado la tarde al acceder, magnánimamente, a acercarnos a una de las leyendas de la ciudad: la estación de Sirkecy. Fué construida para recibir al mítico Orient Express allá por los finales del siglo XIX. Hemos tomado un café en lo que ha resultado un remanso de paz en medio del tumulto que reina fuera y hemos disfrutado de un precioso edificio que se conserva prácticamente igual que cuando la jet-set europea viajaba desde Paris pasando por Belgrado hasta Estambul en un tren de lujo y glamour.


La estación de Sirkecy en blanco y negro para entonar.



Previamente y de buena mañana, después de degustar el magnífico desayuno del hotel, especialmente ese zumo de naranja con sabor a Flag Golosina, nos hemos dirigido al Palacio de Topcapi, residencia de sultanes, sultanas y de muchas mujeres del Harem (y de más personal pero carecen de importancia) Una gran pateada a paso de costalero sevillano que nos ha destrozado pantorrillas y tendones de aquiles; podríamos resumir que la sensación con la que sales del complejo topcapý es que al sultanato le molaba mucho la pedrería fina: madreperlas, ágatas y mucho oro. Joyerío de calidad desde el botijo real, de cristal de roca y brillantes que se vea la abundancia sultana, hasta en los fusiles dieciochescos que hemos visto, cuajados de nacar y piedras semipreciosas hasta en el gatillo, que para sí los quisiera la Norma Duval en sus tiempos de grandes éxitos.
Y también está la sección "reliquia islámica", ampliamente representada en las estancias palaciegas. Allí hemos contemplado atónitos la vara con que Moisés separó las aguas del mar Rojo,el turbante de Abraham o de Jacob, pelos de la barba de Maoma, medio cráneo creo que de José, y alguna cosa más por el estilo.
Lo mejor: las vistas del Bósforo desde los jardines sultaníes. Esta gente sabía donde poner una terraza, sin lugar a dudas.




El señor Monzón en la balaustrada del Sultan.


Y de ahí, en un bonito paseo por Sogukçesme sokagi (una calle por detrás de Santa Sofía), nos hemos acercado al bazar de las Especias y a la mezquita Nueva que está pareja y merece la pena ser visitada. Del bazar qué decir: que hemos comprado alguna especia a precio de ralladura de oro y que huele muy bien. Ah, y que es muy chulo realmente. De la mezquita solo se puede decir que es preciosa y que NO huele a pies como la mezquita Azul. Se comenzó a construir a finales del siglo XVI por mandato de la madre de un sultan llamado Mehmet y que fue el tercero con ese nombre. Esta señora le cruzó la cara a Eugenia de Montijo en un encontronazo que tuvieron, no digo más de ella. Bonitos azulejos e impresionante interior.



Interior de la Mezquita Nueva.



Zoraida y Yasmina en la Mezquita Nueva, orando.


Para finalizar la entrada de hoy, no quiero dejar de recomendar un paseo por la Uzuncarsy kadesi (va más o menos desde el bazar de las Especias al Gran Bazar. No tiene desperdicio, ni que mires a la izquierda o a la derecha. Es como ir de compras por Serrano de Madrid.
Pongo foto representativa aquí abajo.
Mañana me parece que vamos a ver unas iglesias bizantinas de por las afueras que deben ser algo delicao, y quizás hagamos una singladura en navío de negra proa, que decía Homero, a través del Bósforo.
Buenas noches desde Estambul, again.






miércoles, 21 de septiembre de 2011

Los Cinco se divierten




La mezquita Azul desde Santa Sofía


Qué decir de Estambul. La vista del Cuerno de Oro desde la torre Gálata te despierta una sensación entre estar viendo un paquete de Camel, vivir una aventura con Ágata Christie en el Oriente Express o echarse a llorar de la emoción. Además ha coincidido con el canto de los muecines desde los alminares de todas las mezquitas de la ciudad al caer la tarde, la primera del otoño lluvioso de esta tierra entre Europa y Asia. Una experiencia emocionante.
Y qué decir de Santa Sofía; los pelos como escarpias desde que entras hasta que sales. Bizancio te corre por las venas, como una descarga de adrenalina.




Los mosaicos que han llegado milagrosamente hasta hoy, la iglesia entera es un prodigio de la ingeniería que se mantiene en pie hace 1500 años. Afortunadamente, los turcos no se cargaron media basílica para hacer una mezquita enmedio. En eso les llevan ventaja a los católicos patrios, que se cargaron sin dudar media mezquita de Córdoba,joya entre las joyas, para edificar una de tantas catedrales con las que está trufada nuestra España. Ahora (desde los tiempos de Ataturk) es un museo, uno de los mas esplendorosos que haya visto.


En lo alto de la torre Gálata

También hemos bajado a las Cisternas de la Basísila, enorme depósito de agua de la época de mayor apogeo del Imperio de Romano de Oriente; son del siglo VI si no me equivoco, y realmente parece que viajas a los ultramundos de Lovecraft. Sobrecogedora las cabezas de Medusa que reutilizaron como basas de dos de las columnas. Y, como siempre que hay turistas y hay agua, también hay monedas por donde quiera que mires.
Para rematar el día, nos hemos dado una vuelta por el otro lado del Cuerno de Oro. Los estambulinos (o como se diga) tienen dos tranvías: uno moderno como el que más que te acerca desde Sultanahmet, cruzando el puente Gálata, hasta Beyoglu, y otro del año II a.d.C. que te recorre el kilómetro escaso de la bulliciosa (se dice eso cuando una cosa está petada) calle Istiklal hasta la abarrotada plaza de Taksim. Un encanto de tranvía, restaurado que es un primor, que te retrotrae a los tiempos de María Castaña. El viaje, entre ordas de gente de compras o paseando, no deja de tener sus momentos de tensión ante el peligro de atropellos, pero a los lugareños no parce afectarles lo más mínimo y no se alteran demasiado ante su paso tranquilo.

Este es el precioso tranvía, parado en Karaköi.


Mañana creo que vamos a entrar en Tockapi, el viejo palacio de los sultanes otomanos. Me voy a dormir mientras afuera sigue lloviendo mansamente.

martes, 20 de septiembre de 2011

Los Cinco llegan a Estambul

Los Cinco en Barajas


Queridos amigos, besamos suelo otomano a las ocho de la tarde, aquí ya noche cerrada. Sólamente reseñar que en Barajas nos han tenido hora y media metidos en el avión sin que el señor capitán encontrara la forma de arrancar aquello.
Aparte de esto, la navegación ha sido plácida y trufada de cabezadas por parte de los señores de Labarquilla y de Raúl, los tres de fácil durmición. No así Ana y un servidor, algo más exquisitos en esto de los sesteos.
Una vez desembarcados en el aeropuerto de Ataturk, Ana ha sentido la imperiosa necesidad de meterle nicotina al cuerpo serrano, con lo que tras pasar al galope el pago del visado y control de pasaporte, hemos salido a la calle a echar unos pitillos.
Y dado lo avanzado de la hora nos decidimos pillar dos taxis para ir a nuestro hotel en lugar de meternos en metros y tranvías, con los baúles de aquí para allá. Rezando a los doce apóstoles para que evitaran la clavada de rigor hemos conseguido que nos cobren menos de lo que los blogs consultados nos indicaban.
Una vez tomada posesión de nuestro hotel (nos podremos acostumbrar a él), hemos salido al encuentro de Estambul; paseo junto a la Mezquita Azul, el Hipódromo (pa lo que queda le podían llamar "El Parque Grande"), un rápido vistazo a santa Sofía de lejos y, como había ganas, nos hemos sentado en una terraza a empujarnos diez birras como diez soles.
Luego, a dar cuenta de unos doner kebabs magníficos, tes de la tierra y una pipa narguilé o como se llame para coronar la jornada.
Estoy convencido de que esta ciudad nos a a encantar; lo poco que hemos visto así lo corrobora.
Felices sueños desde Estambul.