miércoles, 18 de noviembre de 2009

EL VIAJE DE LA VIDA, RUMBO A ÍTACA.




Nos ponemos un poco serios? Venga, un esfuerzo.
Este poema del viejo bujarra alejandrino, atormentado y genial (de haber nacido más tarde le hubiese hecho sombra a Terenci Moix sin duda), pone negro sobre blanco lo que para él era el hecho de existir.
Un viaje, cuyo sentido no era la meta, la isla de Ítaca, emulando las aventuras de Ulises en su regreso de Troya, sino el periplo en sí mismo.
Nos dice que no tengamos miedo; ni cíclopes, ni lestrigones , ningún monstruo que nos atemorice encontraremos en nuestro viaje, si no los llevamos dentro de nosotros.
La alegría de llegar a un nuevo puerto, desconocido y exótico, puede ser el despertar de cualquier día.
El deseo de aprender de los que nos preceden en el el viaje es una de las enseñanzas.
Disfrutar de cada instante, aprender a ser conscientes de que nunca habrá un jueves, un lunes semejante al que estamos viviendo, es otra de ellas. Miércoles... lo tratamos con indiferencia, esperando un fin de semana que nunca llega, y que cuando lo hace, pasa como el AVE, dejándonos el domingo por la tarde exhaustos, estupefactos y angustiados ante la perspectiva de una nueva semana.
La vida es breve, dicen con mucho sentido los mayores. Disfrutemos de todo el trayecto, de los días soleados y de las galernas. Disfrutad también de la sabiduría y fluido verbo de esta trucha helenista.




Konstantino Kavafis (Alejandría, 1866-1933)


Cuando emprendas tu viaje a Ítaca
pide que el camino sea largo,
lleno de aventuras, lleno de experiencias.


No temas a los lestrigones,
ni a los cíclopes ni al colérico Poseidón,
seres tales jamás hallarás en tu camino,
si tu pensar es elevado,
si selecta es la emoción que toca tu espíritu y tu cuerpo.


Ni a los lestrigones ni a los cíclopes
ni al salvaje Poseidón encontrarás,
si no los llevas dentro de tu alma,
si no los yergue tu alma ante ti.
Pide que el camino sea largo.

Que muchas sean las mañanas de verano en que llegues -¡con qué placer y alegría!-

a puertos nunca vistos antes.


Detente en los emporios de Fenicia
y hazte con hermosas mercancías,
nácar y coral, ámbar y ébano
y toda suerte de perfumes sensuales,
cuantos más abundantes perfumes sensuales puedas.


Ve a muchas ciudades egipcias a aprender,
a aprender de sus sabios.
Ten siempre a Itaca en tu mente.
Llegar allí es tu destino.

Mas no apresures nunca el viaje.
Mejor que dure muchos años y atracar,
viejo ya,
en la isla, enriquecido de cuanto ganaste en el camino
sin aguantar a que Itaca te enriquezca.


Itaca te brindó tan hermoso viaje.
Sin ella no habrías emprendido el camino.
Pero no tiene ya nada que darte.
Aunque la halles pobre, Itaca no te ha engañado.


Así, sabio como te has vuelto,
con tanta experiencia,
entenderás ya qué significan las Itacas.