jueves, 4 de noviembre de 2010

El adiós

Hace dos días que Alca se durmió para siempre. Un dolor grande nos dobla los hombros, el peso de las despedidas.
Recuerdo cuando la fuimos a comprar a una tienda de animales del centro, hace trece años; como tenía una cornea blanca y la otra negra, era la que se había quedado la última de la camada, pequeño animalito sentado en el centro de una enorme jaula, todo costillas marcadas en la piel y una gran barriga. Un regalo del destino que llegó a casa dentro de mi abrigo de donde solo salía su pequeña cabeza.
Y eso fue su vida, un regalo desinteresado de ella hacia los que la conocimos y la disfrutamos, día tras día. No conoció el rencor, fuimos sus dioses y su sosiego, en la inconsciencia animal de creerse eterna, una felicidad sin miedo a la muerte.
Lord Byron escribió sobre su perro muerto: "tuvo todas las virtudes del hombre y ninguno de sus defectos"
(Siesta en Aragües del Puerto)

Llegó al final de su camino el dos de noviembre. La noche anterior le pusimos para dormir una de mis camisetas de franela de invierno para que mantuviese el calor; Raúl me dijo que mientras se la ponía, la mirada de Alca le decía "no puedo con mi alma,dejadme marchar".
A la mañana siguiente no podía casi mantenerse en pie, y al medio día tomamos una la decisión más dolorosa de nuestras vidas. La cogí en brazos y salimos a la terraza.
Dos de noviembre, eran las tres de la tarde. Un sol cálido de otoño nos calentaba, su cuerpo exhausto, antes musculoso, quedó tendido en su colchoneta, ahora todo huesos y piel suave. Su cabeza sobre mi regazo, mis manos en su cabeza, en sus orejas tantas veces acariciadas. Vimos una lágrima caer por sus ojos, Raúl también lo vio . No es una figura poética ni una paranoia causada por la pena. Ella sabía que se iba a dormir para siempre.
Él besó su pata, donde entró la aguja que le devolvería la paz. Supremo acto de amor hacia ti, Alquita, (gracias queridísimo Raúl). Mi mano seguía tus últimos latidos, manso tum tum de algodón a través de tu carne tibia, mientras el veneno corría por tus venas en busca de su presa. Caricias, besos de tus dos dolientes dioses. Sol vespertino derramándose a chorros sobre los tres. Y poco a poco... tu pecho guardó silencio para siempre.
Soñamos que sueñas, adormilada, una siesta eterna, tu cabeza sobre mi pecho, mirando a través de tus ojos medio cerrados a Raúl, que te hace un abrigo (otro más) para que no pases frío este invierno.
Nunca te olvidaremos, amada Alca. Ahora lloramos lágrimas negras y amargas a la espera de que el tiempo nos traiga recuerdos de tus ladridos de alegría, de tus correrías, trastadas, de cuando te disfrazábamos para reírnos de ti, o cuando las pequeñas jugaban contigo: Juncal, Pope, Idoia, Irene.
Raúl, compañero de viaje, amante de los animales; hombre inteligente que llegas a tocar el alma canina con la punta de tus dedos, ese lugar sagrado vedado a los prepotentes. Conocedor del idioma de sus ojos y de su cara, lengua indescifrable para muchos sabios e incultos, en ocasiones también para mi. Hiciste el trabajo más duro pero no vacilaste. En tus manos el aguijón de la buena muerte, manos de titán poderoso y resuelto. En tu cara, en cambio, estaba el dolor más profundo. Te quiero muchísimo.
Juncal, Pope, Idoia, Irene, Ivan, Marilar, Alfredo, Marisa, Penélope, Javier, Laura, Jorge, Ana, Fer, Pilar, Mariano, Pili, Yoli, los pequeños Mery, Natalia, Alejandro, que no paraban de preguntar por ella este fin de semana. 

  






4 comentarios:

  1. Ya os lo he dicho antes vía móvil ... guardaré en mi memoria los días que pasé en la Torre cuidando de Alquita.

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  2. Profundo es el dolor que nos embarga pero siempre veremos una parte de ella en Troya.
    Permanecerá en nuestra memoria para siempre.
    Os queremos

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  3. Era callejero por derecho propio su filosofia de la libertad fue ganar la suya sin atar a otros y sobre los otros no pasar jamás. Aunque fue de todos nunca tuvo dueño que condicionara su razón de ser, libre como el viento era nuestro perro y de la calle que lo vio nacer. Era un callejero con el sol a cuestas fiel a su destino y a su parecer sin tener horario para hacer la siesta ni rendirle cuentas al amanecer. Era nuestro perro y era la ternunra , esa que perdemos cada dia más y era una metáfora de la aventura que en el diccionarío no se puede hallar. Digo nuestro perro por que lo que amamos lo consideramos de nuestra propiedad y era de los niños y del viejo Pablo a quien rescataba de su soledad. Era un callejero y era un personaje de la puerta abierta en cualquier hogar y era en nuestro barrio como el paisaje, el sereno el cura y todos los demás. Era callejero de las cosas bellas y se fue con ellas cuando se marchó, se bebió de golpe todas las estrellas, se quedó dormido y ya no despertó. Nos dejó el espacio como testamento, lleno de nostalgia y de emoción,vaga su recuerdo por los sentimientos para derramarlos en ésta canción. ALCA MARIANITO SIEMPRE TE RECORDARÁ HOY CON DOLOR MAÑANA CON ALEGRIA. GRACIAS POR DARNOS TANTO AMOR

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